martes, 5 de febrero de 2019

¿Hemos aprendido la lección?

La debacle del frustrado Plan General de Cartagena, iniciado en 2005, anulado en 2015 por el TSJ de Murcia y el Tribunal Supremo y prorrogado estérilmente durante esta legislatura,  podría tener una lectura positiva si evaluáramos no solo el plan en si mismo que, a juzgar por las sentencias, no respondía a la legalidad; si también analizáramos la efectividad de las políticas urbanísticas llevadas a cabo en Cartagena desde 1995, que son las que el Plan quería “santificar"; y si, de todo ello, sacaramos las conclusiones adecuadas, por supuesto. 

A la luz de esas políticas a las que me refiero deberíamos concluir por ejemplo que las modificaciones de trama urbana y de liberalización del suelo llevadas a cabo por el propio Ayuntamiento en el Barrio Universitario y en el Montesacro han sido inútiles y no han conseguido sacar el casco histórico de su marasmo, sino todo lo contrario. Las modificaciones de trama ya estaban prohibidas en la ley del 85 cuando se “fabricó” el PEOP,  pero también fueron ratificadas negativamente por el Supremo en la sentencia de Caridad 22 (2012), mal que le pese al TSJ de Murcia. 

Con respecto a las operaciones de liberalización del suelo ya hemos visto los resultados del Barrio Universitario en el cual el Ayuntamiento de desvinculó del Plan Urban que nos había procurado casi tres mil millones de pesetas para el antiguo Hospital de Marina y que podría habernos dado mucho mas aún si algunos no hubieran sido tan avariciosos. Esta arriesgada operación nos ha acarreado indemnizaciones millonarias a propietarios expropiados injustamente y ni siquiera ha supuesto la recuperación de las plusvalías generadas. Sin contar la publicidad negativa de ver aparecer a Cartagena en una macro-causa contra la corrupción que esta investigando el juez Eloy Velasco de la Audiencia Nacional. Operación que para más inri lleva el calificativo de “Púnica”.

En lo que se refiere a Montesacro las cosas han ido aún peor. Afortunadamente no se vendió después de arrasado a la Caja de Castilla La Mancha, porque si así fuera ahora estaría intervenido. Pero no deja de ser un enorme agujero negro de solares por el que también se escapan los recursos malversados por ese artificio público-anónimo que es Casco Antiguo S.A, del que quizás sepamos algún día los verdaderos resultados de gestión si se publican los resultados de la investigación realizada en su seno, que espero que sea pronto.

La experiencia de Casco Antiguo S.A. que estaba llamado a ser el agente dinamizador urbanístico, tampoco ha sido muy positiva que digamos, porque desde luego no servido para sacar de su letargo a esos grandes propietarios urbanísticos a cuyo club se ha sumado ahora el Ayuntamiento y a los que ha secundado derribando edificios protegidos y fabricando solares abandonados de difícil viabilidad como el del Montesacro sobre la muralla de Possi.

Tampoco puede decirse que el Proyecto Novo Carthago, otro proyecto estrella de las corporaciones pasadas, que intentaba esquilmar el Espacio Natural Protegido de los 'Espacios Abiertos e Islas del Mar Menor', en el Saladar de Lo Poyo de Cartagena haya sido un éxito. Esta operación ha tenido además el efecto perverso de instrumentalizar San Ginés de la Jara para practicar el tele-transporte de edificabilidad. Felizmente la fiscalía investigó el caso y un juzgado anuló la operación pero todavía no sabemos que ocurrirá con el monasterio a medio reconstruir.

Paradójicamente los mas destacados aciertos urbanísticos de las pasadas legislaturas han venido de la mano del tan denostado patrimonio histórico, que ha recibido también innumerables golpes y destrozos, pero que ha demostrado ser mas capaz de construir ciudad, de atraer recursos de mecenazgo, de servir de apoyo a la Universidad Politécnica y de crear industria turística, que las operaciones especulativas antes citadas. Es decir, todo lo contrario de lo que auguraban sus detractores.

Cabe felicitarse por ello y no nos deben doler prendas en reconocerlo aunque lamentemos los recursos perdidos y las posibilidades frustradas. Además del Teatro Romano, el Barrio del Foro y Puerto de Culturas, Cartagena podría tener, entre otras cosas, un centro histórico modernista en condiciones, un Anfiteatro excavado, un complejo de arquitectura defensiva casi integro en torno a su Arsenal, el único de la costa mediterránea, y una Sierra minera protegida y convertida en recurso turístico como ya sucede en Asturias, Alemania o Gran Bretaña. Es decir, la ciudad con mayor oferta patrimonial de la costa española mediterránea.

Obviamente el patrimonio histórico no lo es todo en una ciudad pero en nuestro caso su éxito desdice a los agoreros que nos han venido diciendo desde 1987 que había que tirarlo todo al suelo para permitir construir una ciudad nueva. Ya han derribado buena parte de la ciudad ¿Para cuando la nueva ciudad? No será que no hay sitio, porque si algo no sobra son solares.

Por eso muchos pensamos que hay que sacar conclusiones de esta experiencia y elaborar definitivamente un plan que sea respetuoso con las leyes y que proteja y desarrolle Cartagena al mismo tiempo, sin olvidar volver a poblarla porque las ciudades “decorado”, dicho sea de paso, tampoco tienen sentido.

Hay que ser consciente de que los principales escollos que ha tenido el frustrado Plan de 2005 han sido legales y técnicos y por ello hay que dejar de perder el tiempo en buscar atajos que no llevan a ninguna parte y ponerse manos a la obra.


Juan-Miguel Margalef
Vocal de comunicación de ADEPA

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