martes, 11 de julio de 2000

Arqueología y progreso



En las postrimerías del siglo XX Cartagena ha descubierto una etapa de su pasado que le era desconocida hasta ahora, porque en buena parte permanecía enterrada bajo “otras Cartagenas” que se levantaron sobre ella y que durante mucho tiempo han configurado la imagen visible de nuestra ciudad.

La Cartagena del XVIII con sus murallas y fortalezas o la Cartagena modernista con sus palacios y casas señoriales identificaban hasta ahora nuestra ciudad mejor que esos otros vestigios de los primeros siglos de nuestra era que han ido apareciendo a fuerza de excavaciones y muchos golpes de piqueta, confirmando algo de lo que ya sabíamos por testimonios escritos y aportando otros datos que nos eran desconocidos.

Esa etapa subterránea de nuestra ciudad corresponde sin embargo a un periodo histórico universalmente conocido: el comprendido entre la fundación de la Cartagena Púnica en el último tercio del siglo III a de C. (aprox. Año 227 a.C.) y los primeros siglos de nuestra era.

La crisis de la actividad industrial y otros cambios que ha sufrido nuestra ciudad en esta última parte del siglo XX han contribuido sin embargo a dar a conocer esta riqueza arqueológica que nuestra ciudad atesoraba. El parón de la construcción y la falta de iniciativa inversora en el casco histórico ha tenido como efecto positivo que nuestra ciudad no se renovara al mismo ritmo que otras ciudades en la década de los 70 y de los 80. Y ello nos ha permitido descubrir con más tranquilidad que nuestra ciudad tenía otros capitales que añadir a los que tradicionalmente la habían sostenido: las actividades militares o industriales o el tráfico de su puerto. Pero este nuevo “capital arqueológico” era difícil de apreciar para ciertas mentes poco acostumbradas a salir de los trillados caminos del comercio.

Los restos arqueológicos púnicos y romanos sacados a la luz en estos últimos años han materializado la historia de esa etapa de nuestra ciudad y han hecho de ella un punto de visita obligatorio para los amantes de la historia y de la arqueología que son muchos.

Parece mentira que aún hoy que algunos de esos vestigios son visibles y empiezan a atraer a nuestra ciudad muchos turistas deseosos de conocerlos, aún haya quien se empeñe en considerar la arqueología como enemiga del progreso. Es cierto que han de cambiar todavía algunas mentalidades y ciertos hábitos o tendencias económicas para explotar esta nueva fuente de riqueza, pero en forma alguna puede decirse que la arqueología impida el progreso de nuestra ciudad. Ocurre eso si que esta nueva actividad exige un nuevo tipo de emprendedores que aún está por aparecer. Supongo que nadie que hubiera encontrado petróleo bajo su casa cegaría el pozo para construir encima una tienda de tejidos, pongamos por caso.

Tampoco se entienden las vacilaciones de algunos emprendedores para lanzarse a una actividad que no es precisamente nueva en el mundo. Hay países como Turquía, Egipto o Jordania, por citar sólo algunos, que han encontrado en la arqueología su principal fuente de ingresos. ¿Ha sido un obstáculo Troya para Turquía, o el descubrimiento de las tumbas de los faraones para Egipto? ¿Son obstáculos para el desarrollo de Italia o de Grecia sus restos arqueológicos? ¿Perturban tanto la actividad de Paris o de Londres las colecciones del Louvre o del Museo Británico visitadas por millones de personas al año?

Hasta el descubrimiento del teatro y del anfiteatro romanos podíamos pensar que la Cartagena púnico-romana era mera especulación histórica y hasta un sueño romántico (como por otra parte lo fueron en algún momento los grandes hallazgos arqueológicos de Troya o el Egipto faraónico);  pero ahora que todas las piezas del puzzle empiezan a casar y que conocemos la espectacularidad de algunos hallazgos sabemos que el proceso que empezaron hace más de 50 años D. Emeterio Cuadrado y D. Antonio Beltrán, fundando el primer museo Arqueológico de la Región, ha quedado plenamente confirmado y rebasado con creces.

Las intuiciones y el trabajo de dos generaciones de arqueólogos han venido a demostrar que aunque muy arrasado por los sucesivos asentamientos humanos el nombre de Cartago nova no sólo señala un lugar geográfico sino también un yacimiento de gran valor que justifica el desplazamiento de turistas o investigadores.

En este proceso de investigación que demanda nuestro subsuelo ninguna labor es pequeña sobre todo si recordamos que el Teatro romano, que es una de nuestras joyas arqueológicas, se descubrió a partir de un pequeño solar en la Plaza de la Condesa de Peralta en el curso de una cata de puro trámite. Por ello, y porque hay una ley que protege los bienes culturales del subsuelo, es preciso seguir los procedimientos establecidos por la ley e investigar las nuevas obras que se realicen en el casco urbano.

El papel del Ayuntamiento en este proceso es fundamental porque además de ser el primer interesado en el resultado de las investigaciones por la importancia que tienen para Cartagena es además uno de los responsables de que se cumpla la ley.

Pero si importante es la labor de las administraciones y de los arqueólogos más importante es todavía una opinión pública concienciada que apoye a las instituciones y a los investigadores. Por la importancia que tiene la opinión pública en una democracia y por tratarse de un tema que exige una cierta sensibilidad y conocimiento.

En ese plano de la opinión pública desempeñan un papel destacado los festeros porque han conseguido sensibilizar en buena medida a los cartageneros con su historia y le han enseñado a valorarla.

En esa misma labor de sensibilización nos movemos las Asociaciones de defensa del Patrimonio como ADEPA, que aspiramos a contribuir a la elaboración de criterios y a la colaboración con las administraciones para que se cumplan unos objetivos que han de ser beneficiosos para todos los cartageneros.

Juan-Miguel Margalef

Presidente de ADEPA

 VISITA GUIADA A LA EXPOSICIÓN " EL RESPLANDOR DE ROMA " ORGANIZADA POR ADEPA 14 DE ABRIL A LAS 17,15  REGISTRO DE INSCRIPCIONES ...