Las
vicisitudes legales que ha tenido el coronamiento de la muralla del mar de
Cartagena a lo largo de los últimos veinte años han sido atípicas hasta el
final. Hasta este epílogo conciliador, que yo celebro en parte, que debe haber
devuelto la respiración al Ayuntamiento de Cartagena, que ya se vería con una
zona céntrica de la ciudad levantada para ejecutar un proyecto impreciso y una
sentencia de imposible cumplimiento. Imposible porque, como he recordado en varias
ocasiones: “no se puede restituir
lo que no se conserva”.
El
remate de la muralla fue desmontado por Beltri, si no recuerdo mal, para poner
balaustradas y los elementos retirados no se conservaron en parte alguna, que
yo sepa. Lo paradójico de la sentencia del TSJ de Murcia es que consentía la
reposición de las balaustradas, cosa que algunos no entendimos nunca. Porque si
aún hubiera sido para restablecer el coronamiento original del baluarte habría
tenido sentido deshacer lo hecho por Torres Nadal, pero para volver al absurdo
proyecto de ajardinamiento del Parque Torres no valía la pena poner todo patas
arriba.
Desde
otra perspectiva es lamentable que para una vez que la justicia murciana se
toma en serio un tema de patrimonio histórico las cosas hayan llegado a este
punto y además no tengan enmienda. Ojalá se hubieran tomado tan en serio la
protección del Arsenal como BIC, la protección del Conjunto histórico de
Cartagena o la destrucción del dique de Feringán, por citar algunos ejemplos.
En
cualquier caso soy consciente de que lo que acabo de decir son matices que,
ahora que se ha impuesto el buen sentido, y que se buscan alternativas (¡Por
qué espero que se sigan buscando¡) para enmendar lo que no se puede llevar a
cabo, no vienen al caso.
Lo
importante en mi modesta opinión es la compensación que consiente el Ministerio
de Fomento que creo que debería ser aplicada de la mejor forma posible en
beneficio del Patrimonio de Cartagena y, a ser posible, de aquel patrimonio que
se encuentra en riesgo de desaparición.
Creo
que el derribo de las murallas y de las puertas de Cartagena fue un error muy
grave que se cometió en su momento pero que tiene tan difícil rectificación
como el coronamiento de la muralla. Lo que me extraña es que con todas las
necesidades que tiene el patrimonio militar e histórico que existe en Cartagena
no haya otras alternativas para aplicar
esos cuatrocientos mil euros que pone sobre la mesa el Ministerio de Fomento,
que construir unas puertas de Madrid que, con todos los respetos, no dejarían
de ser un falso histórico descontextualizado que a lo peor (Porque desconozco
las proporciones de las puertas) tiene difícil encaje en una zona moderna y re
urbanizada recientemente.
Espero
no herir susceptibilidades, pero francamente pienso que quizás existan
alternativas interesantes que permitan que no se siga arruinando el ingente
patrimonio militar existente en Cartagena, que se enfrenta a un futuro incierto
porque es muy difícil buscarle financiación. A bote pronto se me ocurre, por
ejemplo todo ese paño de muralla que va desde el puente de “Quitapellejos” hasta
el castillo de Galeras que incluye algunos baluartes magníficos; o alguna de
las baterías y castillos que se encuentran abandonadas; o alguna de las
murallas que se conservan en el centro
de la ciudad, como la muralla de Carlos II o de Possi en el Monte Sacro, frente
al Parque de artillería. Y eso por permanecer en el marco de los objetivos de
la Asociación AFORCA que con tanta constancia y rigor viene trabajando desde
hace tantos años por el patrimonio militar. Porque si atendiéramos a otras
facetas del patrimonio histórico de Cartagena aún habría muchos otros proyectos
en los que invertir dinero, dejando constancia, por supuesto, de como se había
conseguido esa financiación.
En
cualquier caso creo que hay que felicitar a AFORCA por haber conseguido una
aportación económica tan importante para el patrimonio de Cartagena.
Juan-Miguel
Margalef
Presidente
de ADEPA